Hay que hacer excepciones
con los ojos que decidimos cegar.
Hay que lamer las piernas
ridiculizar al tiempo apoyado en la pared.
Hay que matar al sujeto
usar un buen viento y abandonarlo en el mar.
Hay que consentir el objeto
relamerlo y adorarlo, sacarle la mala leche.
Hay que putear el cuerpo
para que sepa afrontar la destrucción del alma.
Hay que olvidar la sífilis
someternos a lo antinatural y escarbar.
Hay que cambiar los nombres
contar los sueños de la infancia, corregirlos.
La infancia es un mal fantasma.
M.F.
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