martes, 11 de agosto de 2015

Realidad inmaterial

Una pesadilla o tal vez un sueño cualquiera, pero desperté llena de dolores mentales y de dolores sentimentales. No se si eran las 6:00 de la mañana o 6:00 de la tarde, pero el cielo era gris, había frío y mucha humedad. Yo lo miraba hasta que un perfume me distrajo, eras tú después de tomar un baño. Veía como te secabas la cabeza, agitabas la toalla y estabas con el torso desnudo, el torso más bello que había visto en mi vida. Te mirabas al espejo, tal vez creyéndote guapo o irresistible, seductor o tal vez pensando en tus variados hoyos negros y vacíos existenciales a los que me tenías acostumbrada.
Te acercaste a preguntarme si podía comprar botones para tu camisa, que habías tenido un accidente y los botones habían salido volando a quién sabe dónde. Me mostraste los que quedaban en la camisa, me pediste si podía reponer los que faltaban. Te contesté con todo el gusto del mundo, que sí.
Ese día, yo iba camino a una entrevista de trabajo, donde una amiga trabajaba y muy amable me recomendó. Llegando mi turno, conozco a la que sería mi jefa si es que la suerte me acompañaba y si me desenvolvimiento la convencía. Ella tenía un nombre que no quiero mencionar, o tal vez sí. Ese nombre me persigue por alguna razón extraña o es que es muy común y corriente. Su nombre era Andrea.
Saliendo de su oficina me dijo que si quería, podía coger unos caramelos de una copa que me quedé viendo con seriedad. Creo que a partir de ese momento olvidé para qué estaba ahí sentada, para qué estaba el universo si esa copa se llevaba toda mi atención, ni una nebulosa podría haber llamado más mi atención ni el interés que Andrea vio por esos caramelos revueltos, que son los mismos que sirven para el mal aliento. Le agradecí y metí la mano hasta el fondo cual niña de 5 años que quiere agarrar la mayor cantidad posible en su mano, me retiré muy calmada.
Llegué a su casa en un santiamén, lancé los caramelos por la ventana y lloré un poco hincada en el balcón, apretando fuerte los puños, lastimándome a mí misma, en silencio. Sangré.
Llegaste ya siendo de noche, me besaste y me imaginé que habías recogido los caramelos que lancé por loas ventana. Te alegraste por que había cosido los botones que faltaban. Me agradeciste con otro beso que no pude rechazar.
https://www.youtube.com/watch?v=vy0NySCmuFU

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