viernes, 4 de noviembre de 2016

Acercamiento inesperado

Hoy hablé con él un poco rozando la imaginación, sin ser muy delatora. Mantengo el orgullo, soy inquebrantable, a veces eso me hace romper las rodillas y me veo sangrar. Pero tengo tanta suerte que siempre suele pasar cuando llueve entonces la sangre se mezcla con la lluvia y la veo desaparecer más rápido. 

Empezamos discutiendo, provocándonos, como quien busca excusas para acercarse de cualquier forma y a toda costa.

Siento que con él, mi tiempo se ha desconfigurado, que a veces las 3:37 am son en realidad las 7:45 pm y que lo espero llegar de su trabajo y nunca llega, entonces no ceno, no como, no me alimento, muero de sed y así me duermo, todos los días. Luego despierto con sed ...agotada de tanto haber dormido esperándolo, resentida malgeniada, casi grosera. Abandono a mi hijo a la suerte de tres frágiles y nefastas profesoras que le enseñan a no provocarse la imaginación, es matemáticamente inverso a lo que nos pasa de grandes. Por eso reniego cuando la idea no puede parir, reniego al pasado, hemos claudicado. 

Regreso a casa paso por la refrigeradora una y otra vez la abro para ver si mi estómago me manda a comer, pues no y me terquea a pesar de que las tripas canten su abandono desde todas las noches en que lo espero. Me vuelvo a la cama a ver mi cielo imaginario lleno de estrellas todas tienen 5 puntas, intento pensar en un poema, pero siempre me olvidó del castellano, me olvidó de algunas palabras y me propongo a leer cuando sólo me quedo parada viendo mi librero, vuelvo a la cama otra vez y siento que el cuerpo se me seca, voy por un vaso de agua fría que demora una eternidad en llenarse y ni siquiera más allá de la mitad. Bebo, vuelvo a mi cama otra vez. En mi cuarto es siempre de noche, es lo bueno, pero a veces malo, porque estar en la oscuridad siempre es señal de que queremos luz. A veces es tedioso casi frustrante. Me llena de melancolía ya no ponerme triste de otras cosas como antes, ahora solo es él, él, él y mi hijo. Nuestro abandono. Como si lo único que tuviera, es este cuerpo que a las justas desea caminar. Yo ya no estoy aquí hace rato y es que siempre desde que tengo uso de razón he querido irme y dejarlo todo incluyendo el cuerpo que se me dió que no es más que eses y sudor. Mis propias tripas me maltratan, mi propio cuerpo expulsa olorosas piezas de putrefacción. ¿Para que tengo un cuerpo entonces? Si es totalmente dañino para la salud mental. Cómo le explicas a tu hijo que eso que sale de tu ano es mierda y que no sirve para jugar ni para comer o pintar. Que es pura mierda. Cuando uno alcanza la razón caemos en la cuenta del significado y ¿porqué nadie se hace ésta pregunta entonces? Carajo si fuese Dios no daría un cuerpo tan pestilente a mis hijos. Yo no quiero que sepa que somos mierda en buen estado y que a diario nos volvemos peor hasta la mierda y hacernos mierda al fin y al cabo. 

He renegado mucho. Hablaba de él. Yo amo hasta su mierda. Es la verdad, me volvería mierda a su lado no me importa, y espero que a él tampoco. Seríamos lo que siempre fuimos y quisimos ser: un par de mojones jugando al amor y a la lujuria. Tener un poco de compasión nos hizo amarnos hasta la locura. Tal vez hasta el desasosiego. El rojo fue un color predominante; un objeto, su wawa; una palabra, soledad; un sueño, volvernos mierdas juntos hasta el final; una meta, aguantar nuestras imperfecciones, o nuestros olores en todo caso nuestra mortalidad; una frase distinguida, "nada como estar solos y bien acompañados". Lo amo. Ya lo he dicho pero me lo digo a mi. Siempre creí que repetir mucho una afirmación o negación, cualquiera fuese el caso, es símbolo psicólogico de que intentamos convencernos de lo que invocamos, porque no lo creemos  del todo, como ejemplo: <<te amo te amo te amo te amo>>/<<convéncete de que te amo y a la vez quiero convencerme que te amo tanto que no me voy a equivocar y pretender amarte siempre>>. Yo siempre fui más de acciones o escritura. Detalles inesperados... 

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