Quiero oír el canto de los jilgueros, que anidan en los últimos suspiros de mis vagabundos sueños. La luz clara que cautiva mis recuerdos viene del viento o va hacia este, pero siempre en movimiento, hasta el anochecer. Antes de consumir la última nota de su perfume, deseo abrir el cielo ante sus pies, por que él y yo estamos de cabeza, eso está claro. Movernos rápido hacia la puerta como quien huye de la realidad, que muchos creen que es verdad. Alzar los brazos, coger tierra y enterrar al sol. Volveremos a mirar al final, al comienzo del final, donde las cruces no nos miren y el cielo sea más amplio y los jilgueros hagan de nuestro jardín una mesa de apuestas para Dios. Entiendo que nada debe repetirse, las flores deben ser amarillas y testarudamente rojas y secas, casi rozando la negrura. Pero al corregir la vista y levantar la cabeza sin miedo al vértigo, ver desde la copa del árbol, un naranja tornasol que tristemente se aleja, que tristemente siente el mismo frío que yo. La cura para mi enfermedad es habitar en su piel. Podré morir mil veces, hablar de mis deseos que podrían ser no muy bien aceptados,pero son míos al fin y al cabo. Y por lo menos me queda eso. Transformo los colores y es mi más sentido pésame, porque no puedo llenar el cóncavo vacío de mi ombligo sin sentirme sucia de principio a fin. Admiro a quienes han sabido cambiar el eco de sus colores. Yo por el contrario, no sé ni lo que hago. Solo lo veo a él y me veo a mi, abrazando el mismo árbol, en el mismo cuadro de cipreses, de la mano, enterrando el mismo sol, siendo nosotros el único viento que traiga una nueva luz, una brisa que se pueda pintar sin ser metafóricos en el intento. Por eso estoy aquí, explicándome porqué lo amo, pintando algo para todos, para ti, para él, narrando los ruidosos jilgueros, ahora aplaude su canto espectáculo. Porque sé que de esto sacarás alguna nueva canción, te conozco y te quiero y te regalo mi cuento de amor. Por que yo podré estar amando, pero tu amas el amor. 
viernes, 4 de diciembre de 2015
Retrato
Ya me vi llorar 
Cerca de las nubes.
Que se hacen frías y se disuelven conmigo.
Conozco el consuelo que me da la tierra
Húmeda cuando caigo desnuda y mutilada.
...y poco a poco empiezo a morir.
Fui expulsada de ese cielo 
En el que me revolcaba
De esa piel, cálida y suave
Que calentaba y 
Dibujaba formas con las nubes.
...y me vi llover.
12 años
Cuenta: uno, dos, tres.
Cuenta: uno, dos, tres.
Y todo se agranda y todo se ensancha,
El tiempo y la indumentaria,
Las comisuras de los labios
Los brazos llenos de grasa y
El vértigo que te abraza.
Congela la carne del más muerto.
Punto ciego.
Ojo y diente a la mesa,
Lo rudo no se fía de la noche y la pobreza.
Arte de los dedos índices
Que enmarcan el silencio y
Encierran la inocencia.
Cuenta: uno, dos, tres.
Y todo se agranda y todo se ensancha,
El tiempo y la indumentaria,
Las comisuras de los labios
Los brazos llenos de grasa y
El vértigo que te abraza.
Congela la carne del más muerto.
Punto ciego.
Ojo y diente a la mesa,
Lo rudo no se fía de la noche y la pobreza.
Arte de los dedos índices
Que enmarcan el silencio y
Encierran la inocencia.
Amapolas
Blancas y suaves una a una sollozan,
Esperan la lluvia, esperan la noche.
Quieren, antes de morir,
Que las conquiste la luna y
El último rayo de sol a la vez.
Dos amores, dos espejos,
Dos amores que apenas y
Se tocan las manos y los pies.
¡Ay! ¡Las blancas y suaves cómo sollozan!
Esperan la lluvia, esperan la noche.
Quieren, antes de morir,
Que las conquiste la luna y
El último rayo de sol a la vez.
Dos amores, dos espejos,
Dos amores que apenas y
Se tocan las manos y los pies.
¡Ay! ¡Las blancas y suaves cómo sollozan!
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